Luis Sosa
En una abadía, hace muchos años, se presentó una situación irregular… el ambiente de paz se había diluido y los pasillos se llenaron de murmullos, las meditaciones se convirtieron en algo “obligado” y parecía más un centro de reclusión que un lugar para alcanzar la divinidad.
El Abad, preocupado, mandó a llamar a un sabio que vivía en las montañas. Al llegar, el sabio se hospedó en la habitación más recóndita del centro y durante 3 días se dedicó a caminar lentamente por la abadía. Al cabo de ese tiempo, se reunió con el Abad, y le dijo: “En esta abadía vive el Mesías”.
El Abad, quien respetaba profundamente al anciano, asintió sin salir de su asombro.
“Y esto deben saberlo todos en la abadía – agregó el sabio – y cuando todos lo identifiquen se acabará el malestar general”.
A pesar del riesgo de esparcir semejante noticia, el Abad decidió seguir la indicación. En plena efervescencia de la noticia y el asombro de la población, el sabio salió de la abadía en dirección a la montaña.
Al cabo de una semana, el Abad visitó al anciano en la montaña. El anciano sonriente lo escuchaba hablar de la armonía que imperaba en el centro y del milagro ocurrido… nuevamente la abadía era un centro para el trabajo espiritual y la alegría se sentía a pesar del silencio: ¿Encontraron al Mesías? – preguntó el anciano
El Abad, un poco avergonzado, le reconoció que esa misión era poco menos que imposible: “Quizá en un mes podamos encontrarlo” – prometió el Abad.
“No es necesario” – dijo el anciano.
“¿Cómo?, ¿No es lo más importante?” – replicó el Abad
El anciano sonrió y negó con la cabeza: “Lo más importante es la armonía”.
“Y si no conseguimos al Mesías, ¿Cómo volvió todo a la normalidad?”
“Porque cada quien miró a la otra persona buscando al Mesías y de alguna manera lo encontró. Todos somos Mesías y lo único que falta es reconocerlo, verlo en el otro y verlo en nosotros mismos. ¿Quién va a oponerse a alguien sabiendo que esa persona tiene toda la luz y todo el amor del universo?.
En nuestra vida moderna intentamos férreamente en moldear a los demás de acuerdo a nuestras necesidades, buscamos tipos de personas o actitudes muy particulares que nos agraden o satisfagan nuestras necesidades. Pero ¿Qué tal si cambiamos esta forma de relacionarnos y nos aventuramos a lo desconocido?. Qué tal si descubrimos que el “Mesías” del que tanto hablan las religiones está dentro de nosotr@s?.
Luis Sosa
Luis Sosa
Coach Holístico
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