Luis Sosa
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Lunes 2:31 pm.
Ottawa,Canadá. Una exitosa ejecutiva de una multinacional petrolera sufre una fuerte depresión.Empieza a detestar su trabajo, pasa poco tiempo con sus hijos y su relación de pareja entra en crisis.
Brujas, Bélgica. Un hombre de 45 años sale del consultorio de un reconocido oncólogo con una frase que retumba en su cabeza: “Linfoma de Hodgkin”. Siente que se le cae el mundo, pero lo que más lo atormenta es haber descubierto que no ha hecho nada trascendente en su vida.
Miami, USA. Una mujer cumple 28 años de casada… la misma cantidad de años de abusos, maltratos y mucha soledad. Mira a su alrededor y siente tristeza. Todo le recuerda el dolor que lleva por dentro.
Años atrás una persona en crisis llamaba la atención. Era diferente del resto y atraía las miradas. Quizá inspiraba lástima o curiosidad, algunos se animaban a ayudar, el resto seguía con sus vidas “normales”.
Actualmente, esto no es así. La gran mayoría de las personas estamos pasando por procesos difíciles, que nos afectan física, emocional o espiritualmente. Ya es algo masivo, casi nadie está “estable” por largo tiempo… tarde o temprano algo incómodo aparece.
Algunos metafísicos lo llaman “La Gran Batalla”, grandes cantidades de personas intentando sanar, toda una civilización luchando por trascender.
La vida nos reta diariamente a poner en orden nuestra existencia y a alcanzar la paz verdadera, sin más dilaciones, saboteos o excusas. Se acabó el tiempo de jugar al fracaso y de experimentar. Ya urge alcanzar nuestros destinos y nuestra grandeza.
Pero, ¿por dónde empezar?.
El primer paso es detenernos y mirar atentamente eso que tanto nos molesta: la economía, las relaciones o una insatisfacción con nosotros mismos. Son muchas las fuentes de malestar, pero una sola la que la mantiene: la evasión. Cuando nos sentimos mal, reaccionamos y buscamos placer por todas partes y lugares. Pero el malestar sigue ahí, bien guardadito.
Luego, hay que observar con valentía y llamar las cosas por su nombre: tengo dolor, me siento solo(a), tengo rabia, tengo angustia.
No debemos colocar carteles de “estoy bien” cuando en realidad estás muy mal. No huyamos de los problemas ni los disfracemos.
En ellos hay información útil para salir a flote. La vergüenza y la imagen que tenemos de nosotros es un gran obstáculo en este proceso.
Tan pronto detectamos qué está ocurriendo, empiezan a surgir alternativas de sanación, dependiendo de cada quien y de la naturaleza del problema. Mientras lgunos deben hurgar en el pasado y limpiar un patrón de conducta aprendido, otros necesitan soltar el control, otros empiezan a perdonarse a sí mismos.
El cuerpo también nos da señales y nos guía en el camino de sanación: un simple dolor de cabeza puede estar relacionado con algo que nos atormenta. Algunos problemas con las articulaciones tienen que ver con temperamentos rígidos. Hay estudios que aseveran que muchas dolencias graves pueden haber nacido de un rencor o de un fuerte rechazo.
Cuando no damos pasos conscientes para sanar, la vida nos da un golpecito para reaccionar y entrar en acción. Si aún no despertamos, el golpecito pasará a mayores. Reconozcamos a tiempo que hay algo que debemos sanar. Seamos valientes para afrontar lo que duele y estemos abiertos a las señales y a las ayudas que nos llegan.
Jueves 4:31 pm.
Ottawa, Canadá. La exitosa ejecutiva renuncia a la multinacional y empieza a estudiar para hacerse instructora de yoga. Sus hijos y su esposo dan un gran cambio con su presencia en la casa y ella empieza a sentir que no tiene que lograr grandes cosas para ser valorada. Con ser ella misma, basta.
Brujas, Bélgica. El hombre de 45 años, descubre en una sesión de bioenergética que su cáncer tiene que ver con un resentimiento. Decide posponer la quimioterapia. Antes viajará a Perú, para encontrarse con la selva amazónica, pero principalmente con él mismo.
Miami, USA. No sin miedo, la mujer maltratada le exige a su marido que abandone el apartamento que compartían. Consigue un trabajo de medio tiempo e inicia una terapia para sanar a su mujer interior. Por primera vez, siente que puede y que merece ser feliz.